16 de octubre
Santa Eduvigis
religiosa

Como el sol que se eleva,
así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada

Lectura del libro del Eclesiástico     26, 1-4. 13-16

¡Feliz el marido de una buena esposa: se duplicará el número de sus días!
La mujer hacendosa es la alegría de su marido y él vivirá en paz hasta el último de sus días.
Una buena esposa es una gran fortuna, reservada en suerte a los que temen al Señor:
sea rico o pobre, su corazón será dichoso y su rostro estará radiante en todo momento.
La gracia de una mujer deleita a su marido y su buen juicio lo llena de vigor.
Una mujer discreta es un don del Señor y no tiene precio la esposa bien educada.
Una mujer pudorosa el la mayor de las gracias y no hay escala para medir a la que es dueña de sí misma.
Como el sol que se eleva por las alturas del Señor, así es el encanto de la buena esposa en una casa ordenada.

Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 127, 1-5 (R.: cf. 1a)
 
R.
¡Feliz el que teme al Señor!
 
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien. R.
 
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa. R.
 
¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén. R.
 
 
ALELUIA     Jn 8, 31b-32a
 
Aleluia.
«Si ustedes permanecen fieles a mi palabra,
serán verdaderamente mis discípulos:
conocerán la verdad», dice el Señor.
Aleluia.
 
 
EVANGELIO

El que hace la voluntad de Dios,
ése es mi hermano, mi hermana y mi madre

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     3, 31-35
 
    Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y, quedándose afuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada alrededor de Él, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí afuera».
    Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de Él, dijo: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
 
Palabra del Señor.

O bien:
Santa Margarita María de Alacoque
virgen

Conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Efeso     3, 14-19
 
    Hermanos:
    Doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que Él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior.
    Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.
 
Palabra de Dios.
 
 
SALMO
    Sal 22, 1-6 (R.: 1)
 
R.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
 
El señor es mi pastor, nada me puede faltar.
Él me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas; R.
 
Me guía por el recto sendero,por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza. R.
 
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa. R.
 
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
 
 
ALELUIA     Cf. Mt 11, 25
 
Aleluia.
Bendito eres, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños.
Aleluia.
 
EVANGELIO

Has ocultado estas cosas a los sabios
y las has revelado a los pequeños

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 25-30
 
    Jesús dijo:
    Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
    Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
    Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana».
 
Palabra del Señor.