1° de agosto
San Alfonso María de Ligorio
obispo y doctor de la Iglesia
Memoria
La ley del Espíritu, que da la vida,
me libró, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
8, 1-4
Hermanos:
Ya no hay condenación para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús. Porque la
ley del Espíritu, que da la Vida, me libró, en Cristo Jesús, de la ley del
pecado y de la muerte. Lo que no podía hacer la Ley, reducida a la impotencia
por la carne, Dios lo hizo, enviando a su propio Hijo, en una carne semejante a
la del pecado, y como víctima por el pecado. Así él condenó el pecado en la
carne, para que la justicia de la Ley se cumpliera en nosotros, que ya no
vivimos conforme a la carne sino al espíritu.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 118, 9. 10. 11. 12. 13. 14 (R.: 12b)
R. Enséñame, Señor, tus preceptos.
¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras. R.
Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos. R.
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti. R.
Tú eres bendito, Señor:
enséñame tus preceptos. R.
Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca. R.
Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas. R.
ALELUIA Mt 5, 16
Así debe brillar ante los ojos de los hombres
la luz que hay en ustedes,
a fin de que ellos vean sus buenas obras
y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
EVANGELIO
Vosotros sois la luz del mundo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
5, 13-19
Jesús dijo a sus discípulos:
«Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la
volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los
hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima
de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón,
sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en
la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin
de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.
No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir,
sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de
la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice.
El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a
hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio,
el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
Palabra del Señor.