5 de abril
San Vicente Ferrer
presbí­tero

Realiza tu tarea como predicador del Evangelio,
cumple a la perfección tu ministerio

Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo a Timoteo     4, 1-5.

    Querido hijo:
    Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar.
    Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oí­dos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas. Tú, en cambio, vigila atentamente, soporta todas las pruebas, realiza tu tarea como predicador del Evangelio, cumple a la perfección tu ministerio.

Palabra de Dios.


SALMO
    39, 2. 4. 7-10

R.
¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!

Esperé confiadamente en el Señor:
Él se inclinó hacia mí­ y escuchó mi clamor.
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.

Tú no quisiste ví­ctima ni oblación;
pero me diste un oí­do atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
entonces dije: «Aquí­ estoy». R.

«En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
y amo, Dios mí­o, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón». R.

Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
Tú lo sabes, Señor. R.


ALELUIA     (Se omite en Cuaresma)     Lc 21, 36

Aleluia.
Estén prevenidos y oren incesantemente,
así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Aleluia.


EVANGELIO

Ustedes también esten preparados

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas     12, 35-40

    Jesús dijo a sus discípulos:
    «Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
    ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.
    ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
    Entiéndalo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
    Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada.»

Palabra del Señor.